Se retiró de la Triple Alianza argumentando que le obligaba a intervenir en la guerra al lado de Austria y Alemania en caso que éstas fueron atacadas. Sin embargo, estos dos países fueron los que declararon la guerra e invadieron Bélgica, Francia y Serbia, por lo que los italianos consideraron que no estaban obligados a entrar en guerra a su lado.
Durante unos meses, mantuvieron una neutralidad interesada. La Entente deseaba que Italia declarase la guerra a Austria y Alemania, mientras que las potencias centrales se conformaban con la neutralidad italiana. Italia presentó una serie de demandas territoriales a ambos bandos, que podían ser asumidas sin demasiados problemas por Inglaterra y Francia en caso de victoria pero que eran del todo inaceptables para Austria/Hungría y Turquía en cuanto a que solicitaban territorios de su soberanía. Alemania, no afectada por esas demandas, presionó un poco a Austria para que las aceptase, sugiriendo que podía compensar sus cesiones a Italia con territorios ganados a Rusia, Rumanía o Serbia.
Considerando las ofertas recibidas, Italia se decidió por la Entente y declaró la guerra a las potencias centrales. Se luchó en las zona montañosa que separaba Austria de Italia, con suerte variable pero en una guerra de posiciones similar a la que se libraba en el frente occidental. Pudieron avanzar únicamente en 1918, cuando Austria y Alemania estaban al borde del colapso militar y quedaba pocas semanas para el fin de la guerra.
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