En 1984 el el Norte de Inglaterra. Billy es un joven de catorce años de familia minera con una peculiaridad: le atrae más el baile que el boxeo. La profesora de ballet pronto ve en él un gran talento y decide darle clases a escondidas de su padre y su hermano mayor. Sin embargo, estos se darán cuenta y obligarán al chico a apartarse de ese "ambiente para niñas", dejándolo al cuidado de su senil abuela. Hasta que ellos mismos superen sus prejuicios y se den cuenta de la valía de Billy.
La enternecedora historia de un niño que habrá de luchar contra los estereotipos y los prejuicios de un pueblo de mente cerrada, bajo el símbolo de unas zapatillas de ballet que le pone en contra de todos sus vecinos, y a veces de sí mismo, por no querer ser boxeador, sino dedicarse al baile. Porque, por mucho que se intente fingir en la vida, no hay nada más maravilloso y satisfactorio que ser auténtico, y esa es la única manera de ser verdaderamente feliz: sentirte a gusto contigo mismo. Hasta allí, plenamente de acuerdo. La historia no puede ser más real, más a pie de calle, y además está contada con mucha sensibilidad, con una preciosa relación entre Billy y su profesora, que pondrá todas sus esperanzas en el chico para salir de la mediocridad.
- COMENTARIO PERSONAL
La película no trata de perseguir los sueños, sino de descubrirlos. Se trata de un chico que encuentra lo que le apasiona. La película habla de aquellas personas que nos aman y de aquellos que fueron fundamentales en la vida y en el curso que esta toma. Se trata del amor que se teje en una familia sin importar muchas otras cosas. Se podría esperar que se hablara sobre la reacción homofóbica del mundo en el que Billy ha crecido y su nuevo amor por el baile, pero este tema queda relegado y es que poco importa dilucidar esa cuestión. Lo que moviliza la película es la electricidad que sentimos por todo el cuerpo, por todo nuestro ser, cuando amamos a alguien o a algo más allá de lo que nuestra mente nos deja comprender.
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